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Eulogia de un Artista; La Muerte, Celebración de Vida, y los sentimientos que permanecen.

La muerte trae inquietud. Normalmente, me da orgullo de ser una persona que es crítica, intelectual, y entiende que la muerte es un hecho común, natural, e esperada pero cada vez que visita me siento desorientado. Mejor dicho, no respondo bien a la muerte. Recibí el mensaje a las 7:28 de la mañana. “Hermanos… Ignacio falleció esta mañana. Mi tío y yo no compartimos mucho cariño. De hecho, no lo había visto en varios anos.

Ignacio (o “Nacho como le decimos nosotros) era un artista. No simplemente un artista, fue EL ARTISTA de nuestra familia. Como niño, me acuerdo de jugar en la casa de mi tío Koki y de ver el trabajo de Nacho repartido por toda la casa. Sus obras eran hermosas. El hacía máscaras, esculturas, pinturas, machinas, y más. Su ropa siempre estaba acabada, sus manos cubiertas en pintura seca, arcilla, y tierra. Sus ojos siempre estaban bajos, su bigote lleno, y olía a tierra. Su pelo siempre estaba largo, despeinado, gris, y caminaba con una inclinación en su espalda que lo hacía ver como si el cargaba el peso del mundo sobre ella sin ningún problema. Cuando trabajaba, parecía como si estuviera bailando; un movimiento orquestado de un maestro. Las únicas veces que para cie incomodo eran en el frio. Siempre parecía rígido en el frio. Con los anos, me di cuenta de que el olor a tierra era marijuana. Le encantaba la marijuana. Empecé a decirle el “Tommy Chong” de mi familia. Tienen un swagger parecido pero mi tío era más vacano e infinitamente más talentoso.

Yo no tengo ni un hueso de artista en mi cuerpo. Mi habilidad en el dibujo es tan mala que en el Segundo año de bachiller me refirieron a la directora porque mande a una maestra a la mierda por darme notas bajas en una prueba literaria donde teníamos que dibujar. Aunque trate de evitar cualquier actividad y clase de arte en la escuela, el programa diplomado tiene un requisito artístico. Decide tomar una clase de fotografía porque asumí que podría negociar un grado bueno. La clase tenía un componente especificó: todos los estudiantes tenían que dar una presentación con algún componente artístico. Yo estaba ocupado con mis otras clases y se me olvido la fecha de mi presentación. Un martes, al llegar al salón, la maestra declaro “Te toca a ti, Jonathon. Estamos animados para tú presentación.” “Hijo de puta!” pensé yo. Mientras empezaba a sudar sin solución, mi tío Nacho entro a mis pensamientos.

               “Hoy voy a dar una presentación sobre un artista local subestimado de nombre Ignacio Vélez. ¡Este artista produce trabajo en varios medios y encima de ser increíblemente talentoso, es mi tío!” Proclame yo durante mi presentación. “Mi tío es un escultor, pintor, diseñador gráfico, y mucho más. Tiene experiencia trabajando con vidrio, tela, arquitectura, grafiti, y cerámica. ¡Si me permiten un momento, les mostrare su sitio de web!”

 

Abrí el sitio de web en la computadora de mi maestra en frente del salón y ahí estaba el nombre de mi tío con una página llena de su trabajo reciente: una colección de cueros en forma de vaginas. La clase paro en silencio. Yo la había cagado varias veces en mi escuela (más que todo por hablar mierda, pelear, y contestarle feo a mis maestros) y estaba seguro de que esta vez sí que la cague. Mi maestra tomo un segundo y dijo “donde encontraría los modelos para esa colección?” Le dio riza a la clase y termine la presentación. La maestra me dio una A. Nunca le conté el cuento a mi tío, pero ese día me salvo y es una de mis memorias escolares favoritas.

Yo tengo una rabia brava. Cuando me siento ofendido o que me faltan es respeto, respondo como una rabia fuerte. Yo tengo una relación complicada y frustrada con mi familia. Mi papa es uno de doce. Todos, menos uno, tienen compañeros de vida y todos, menos dos, tienen hijos. Eso significa que tengo suficientes primos para varios equipos de futbol y más que puedo contar. Mientras familias grandes frecuentemente se sienten más cercanas, se pueden sentir muy frías si no te sientes como parte de ellas. Los hijos de los padres divorciados frecuentemente se sienten como los miembros bastardos de la familia. Pasamos menos tiempo con nuestras familias. Nos llamaron menos durante nuestros cumpleaños, nos invitaron a menos eventos de vida, y en general sentimos menos amor. Mi propio padrino (que es un tío mío) ni siquiera sabe escribir mi nombre. Tengo un primo que vive tan encojonado con la forma de ser de mi familia que él no participa ni intercambia con nuestro lado de la familia. Yo tuvo cirugía de Corazón a los diez años. En ese entonces, habían más de 15 miembros de mi familia que estaban en Miami y solo uno me visito en el hospital y durante mi recuperación. Eso le dio papa a mi rabia. Cuando mis primos se casaron, no me invitaron. Mas rabia. Mi graduación, mi ceremonia de Eagle Scout, cumpleaños, días de fiesta, siempre fui el olvidado. Tremenda hijo de puta rabia. Llego a cierto punto que empecé a referir a mi familia como “mi familia de vacaciones.” Si mi papa me estaba visitando, aparecían todos esos hijos de putas y me hacían sentir como un “Acosta”. Pero hay mismo cuando él se iba, ellos desaparecían; era como si él los hubiera empacado en su maleta. Cuando me volví adulto, esa rabia se cristalizo casi como un odio: “si no les importo un putas, entonces pa’ la mierda con todos!”

No fue mi culpa que nunca tuve la familia que yo quería. Tampoco fue la culpa de mi tío que la dinámica de mi familia era como era. Pero en medio de mi rabia, lo empuje a él y al resto de mi familia lejos cuando llegue a la edad donde yo podio iniciar el contacto. Arrepentirse es el peor sentimiento que uno puede sentir. Yo me arrepiento por dos cosas relacionadas a mi tío. La primera es que no lo visite en diciembre. Yo estuve en Miami tres semanas para celebrar la vacación y no pude sobrepasar mi rabia para ir a verlo sabiendo que él estaba enfermo. La segunda razón que me arrepiento es que nunca le dije que lo quería. Con los años, he visto que la imagen de ser un “hombre fuerte” es toxica. Cuando era joven, pensaba que los machos no debían de expresar cariño y amor. Haber perdido Nacho me ayuda ver la ridiculez en esa forma de ver el mundo. Hoy en día, le digo a todos mis mejores amigos que los quiero cuando colgamos el teléfono, pero por alguna razón se me ha hecho más difícil hacer lo mismo con mi familia. Creo que es porque mis cicatrices siguen intactas. Perder a Nacho ha puesto muchas de estas bobadas en perspectiva y me demostró que tengo que enterar mi rabia y remplazarla con amor.

Después que leí el texto de mi prima lo primero que quería hacer era fumarme una bareta o tomarme un trago. Pero me acorde que esta tarde tengo que dar clase de lucha libra. Después de práctica, tengo una reunión con un estudiante de mis días como maestro que me va a hablar sobre sus planes universitarios. La vida sigue; siempre sigue. Pero antes de que continua, quiero mandar estas palabras al universo con la esperanza que el amor que cargan lleguen a su espíritu. Espero que un dio nos podamos sentar juntos a fumarnos uno en el otro lado. Trate de seguir mi rutina normal. La gente que me conoce sabe que soy como un militar por la mañana. Me demoro un minuto y 45 segundos para llenar mi termos y servir mi café. La cagada de la mañana se me demora cuatro minutos y medio donde uso el tiempo para mirar a mi teléfono. Me lavo los dientes a las 7:18 y salgo por la puerta a las 7:27. Vi el mensaje de mi prima y el mundo paso a tiempo lento. Las próximas dos horas, todo se mi caía, me golpeaba con cosas, y se me salían las lágrimas. Trate de ir al gimnasio y a mirar nalgas, pero ni eso me ayudaba. Me siento un poco extraño porque él y yo no nos teníamos ningún cariño en particular, pero veo que el me impacto más de lo que me acuerdo. Arme un castillo de rabia para mi familia y en eso proceso, se me olvidaron todas las memorias bellas que compartimos. 

Cuando todavía trabajaba en una escuela, el padre de una estudiante murió de una sobredosis. Meses después, escuche a un administrador diciendo que la paleda tenía que “sobrepasar” lo que paso y que tenía que ser más “teza”. En ese momento pensé que ese man estaba empujándola en la dirección correcta pero que gonorrea tan hijo de puta ese man. Yo no perdí un padre y nosotros por lo menos sabíamos que él estaba enfermo sin embargo todavía me siento triste e inquieto. Traté de leer una página de mi tarea y no fui capaz. No es fácil “continuar” o “seguir” con la vida y toda la gente tiene su propia forma de hacerlo. Estas palabras son parte del proceso mío. No son para el lector sino para Nacho y para mí. Espero que puedan sustituir por la conversación que nunca tuvimos.

La última memoria que tengo de Nacho fue en Copacabana. Cuando yo tenía quince años, mi papa me llevo a la cuidad para conocer donde él se crio. Un día cuando caminábamos por el parque en el centro del pueblo vi un pendejo con más cara de “Tommy Chong” que un hijo de puta. Este man tenía el pelo más gris que yo me acordaba, pero reconocí los chores rotos, la camisa grande, la pintura en sus brazos y la bareta en su oreja. “Apa, ese es Nacho, ¿no?!” “Si papi, a él le encanta esto aquí. Vamos a saludarlo”. Nacho se veía más feliz que mi memoria de el en Miami y en Nueva York. Me dio un abrazo grande y me pregunto que hacíamos par allá. Le respondí que estábamos conociendo la historia de mi papa y el movió la cabeza de acuerdo. No despedimos y continuamos caminando. Yo me volteé y dije “Apa, se ve super feliz aquí” “A si papi, este es su hogar. El lugar donde primero se hizo artista. Vive en una finca con tu tía. Tiene espacio para su trabajo y puede cultivar su matica, tú sabes.” Cuando su salud se empeoro, mi tía y el tuvieron que volver a los EE. UU. para ir a la clínica. Me da tristeza que no pudo estar en Colombia durante sus últimos meses, pero agradezco que pudo estar cerca a su esposa, sus hijos, y sus nietos.

Hoy perdimos un artista, un padre, un esposo, un tío, un hermano, una persona. No era perfecto en la misma manera en que nadie es perfecto. Como muchos artistas, era super desorganizado con la plata y la familia le toco mudarse mucho, hasta cuando eran viejos. Tuvo cuatro hijos, tres que todos reconocen (con mi tía) y una que es olvidada o ignorada como una historia de García Márquez. No he podido mostrar el valor de llamar a mi tía o a mis primos. No sé qué decirles. No estoy seguro de lo que me gustaría que me digieran a mí el día que pierda un padre. Espero que se fue sin mucho dolor. Espero que ellos sientan que se pudieron despedir. Espero que puedan encontrar alguna manera de “continuar.” No sé si esos deseos pendejos ayudan, pero son los que me vienen. Esta noche, después de practica y después de mi reunión, Jack Daniels y yo vamos a celebrar a Nacho, su arte, su sonrisa, sus matas, su familia, y su memoria. Como nunca es muy tarde: Te quiero Nacho Vélez.

 

Eulogy of an Artist: Death, Celebration of life, and the feelings that linger

“We found a family spot to kick it
Where we can drink liquor and no one bickers over trick shit

A spot where we can smoke in peace and even though we G’s
We still visualize places that we can roll in peace
And in my mind’s eye I see this place, the players go in fast
I got a spot for us all, so we can ball at thug’s mansion”

-2Pac

 

Death is unsettling. I like to pride myself in being this rational critical thinker who understands death as a common, natural, and expected occurrence yet every time it happens I lose my equilibrium. Better stated, I don’t respond well to death. I read the text at 7:28 this morning. “Hey guys.. Ignacio passed away this morning.” My uncle and I weren’t particularly close. In fact, I hadn’t seen him in years.

Ignacio (or Nacho as we all call him) was an artist. Not just an artist, THE ARTIST in our family. As a kid, I remember running around my Uncle Koki’s house and seeing Nacho’s work scattered everywhere. His pieces were beautiful. He made masks, sculptures, paintings, gizmos, gadgets, and more. His clothes were always ragged, his hands covered in dry paint, clay, and dirt. His eyes were always low, mustache was always bushy, and he smelled like earth. His hair was always a long moppy mess that got grayer as the years went on and he had a slight bent to his walk that wasn’t quite hunchback but made it look like he easily carried the weight of the world on his back. When he worked, he always looked like he was gliding; a natural movement that looked like an orchestrated masterpiece. The only time he looked uncomfortable was in the cold. He always looked stiff in the cold. When I got older, I realized that earth smell was weed. He loved weed. I started referring to him as the Tommy Chong of my family. They had a similar swag except my uncle was much cooler and infinitely more talented.  

I don’t have an artistic bone in my body. My ability to draw is so bad that I got a behavior referral as a high school sophomore for cursing out an AP English language teacher who gave me a C on a visually interpretative assignment of the theme in a text (I stand by my position). While I avoided artistic endeavors at all cost, I was pushed into choosing a class to fulfill the elective requirement of my IB diploma program. I choose photography because all we really needed was a digital camera and I figured I could finesse a good grade in the class. The syllabus had one catch: you had to present on art of your choosing in front of the class at one point in the year. I was preoccupied with my other academically rigorous classes and forgot my presentation date until my teacher called me up on a random Tuesday morning to present. “You’re up Jonathon, we look forward to your presentation!” As my mind raced to figure out a way out of this corner my uncle Nacho immediately popped into my head.

“Today I will be presenting on a talented underrated local artist named Ignacio Velez. This artist produces work across mediums and, in addition to being amazingly talented, he happens to be my uncle!” I proclaimed with pride. “My uncle is a sculptor, painter, graphic designer, illustrator, and more. He has experience working with stained glass, tapestry, architecture, graffiti and ceramics. If you will permit me a moment, I will pull up his website now to show you some of his pieces!”

I pulled up the website on my teacher’s projector and sure enough there was my uncle’s name with a full page of his most recent works: a collection of leather pieces shaped as vaginas. The class was silent. I had been in trouble a few times in school (mostly for talking back to teachers) and I was sure this one would lead to a parent conference. My teacher took a second and simply said: “I wonder where he got the models from…” The class chuckled, I breathed a sigh of relief and wrapped up my presentation as quickly as possible. I got an “A”. I never told him, but my uncle saved my ass that day and I am forever grateful for the memory.

I’m a bitter mother fucker. When I feel offended or slighted I feed off that shit like wood feeds fire. A lot of my family and I have a strained relationship that goes unspoken. My father is one of twelve. All but one have lifelong partners and all but two have children. That means that my cousins could field several soccer teams and I have more of them than I can count. While large families are usually welcoming, they can also feel cold if you don’t feel a part of them. The children of divorced parents often feel like the bastard members of the family. We spent less time around our family growing up. We got less phone calls on birthdays, less invitations to major life events, and generally felt less loved. My own godfather (who also happens to be one of my uncles) doesn’t even know how to spell my name. I have a cousin that is so moved by this exclusion that he purposefully does not engage at all with our side of the family. I had heart surgery when I was ten years old. There were over 15 family members who lived in the Miami area at the time and only one of them visited me in the hospital or during my recovery. That fed the fire. When my cousins got married, I wasn’t invited. Gasoline. High school graduation, Eagle Scout ceremony, birthdays, holidays, I was the forgotten one. Bonfire. It got to the point that I made a joke of it. They were my “vacation family”. If my dad was in town, my family treated me like I was one of “Acosta’s”. As soon as he left, they disappeared; it was like he packed his family up in the luggage. As I got older, the joke crystalized into an armor. “Fuck me? Well fuck y’all too!”

It wasn’t my fault that I didn’t have the family I wanted growing up. It also wasn’t my uncle’s fault that my family dynamic ended up the way it did. Yet in my bitterness, I pushed him and the rest of my family away when I was old enough to initiate contact. Regret is the worst fucking feeling. I have two regrets regarding my uncle. The first is that I didn’t see him this past winter. I spent three weeks in Miami and I couldn’t work up the energy to go see him knowing that he was ill. The second regret that I have is that I never told him that I love him. As I get older, I’ve been struggling to shed some of the toxic masculinity from my youth. Part of that was an aversion to expressing love, particularly for other men. Not having told him is just another reminder of why I need to get rid of that shit. I tell my closest boys I love them at the end of every phone conversation now but for some reason it’s been a bit harder to do with my family. I think it’s because I choose my friends, but I didn’t choose my family. Losing Nacho puts some of this into perspective and reminds me that I need to put that family fire out and replace it with love.

After reading my cousin’s text, my immediate reaction was to look for a drink or a joint. Then I remembered that I must lead wrestling practice this afternoon. After practice, I have a dinner with a former student who is going to tell me about their college plans. Life goes on; it always does. But before letting it do so, I want to put these words into the universe in the hopes that the love they contain for him drift towards his spirit. I hope that one day we can sit on a stoop and share a smoke together on the other side. I tried to go about my morning. People who know me well know that I’m a disciplined-ass mother fucker in the morning. Everything is timed, and I keep to a tight schedule. It takes me one minute and 45 seconds to fill my thermos and pour my morning iced coffee. My morning shit takes four and a half minutes where I use part of the sitting time to watch two snap stories max. I’m brushing my teeth by 7:18 in the morning and out the door by 7:27. I saw my cousin’s text and the world slowed down. Over the next couple of hours, I kept bumping into things, dropping things, and tearing up. I went to the gym and tried to carry on my normal workout but kept finding myself staring into space. I feel weird because we weren’t that close, but I guess he impacted me more than I can recall. I built a fortress around my emotions in response to feeling rejected by my family and I think that included forgetting the good memories that we shared.

When I was still working in a school, one of our student’s parent died from an overdose. Months later, I overheard a staff member comment on how the student needed to “get over it” and “focus” on their academics. It seemed like harsh tough love at the time, but I can’t help but empathize with that student now. I didn’t lose a parent and, in many ways, we saw my uncle’s passing coming, yet I’m still unsettled. I tried reading a page of Habermas and the words all just blended together. It’s not easy for life to just “go on” and everyone has a different way of coping. These words are part of my attempt. They’re not for the reader but for Nacho and myself. I hope they fill in for the conversation we never had.

The last vivid memory I have of Nacho was from Copacabana. When I was 15, my father and I took a sort of pilgrimage trip to visit the town where he grew up and to get to know each other better. One day, while we were walking in the town plaza that was foreign to me, I spotted a Tommy Chong looking mother fucker from across the park. This cat had longer grayer hair than I remembered but his ripped cargo shorts, baggy tank top, paint covered arms, and the joint on his ear were a dead giveaway. “Dad, ese es Nacho, no?!”. “Si papi, he loves it here. Let’s go say hi.” Nacho looked happier than I remembered him in New York and Miami. The bounce in his walk looked natural and his mustache grin was never wider. He gave me a hug and asked us what we were doing in town. My dad told him that he was showing me where he grew up and Nacho nodded in approval. We parted ways and I turned to watch him glide away. “Apa, se ve super feliz aqui” “Oh yes papi, this is his home. This is where he first became an artist. He lives on a farm with your aunt. He’s got plenty of space to work and he can grow some of his stuff, you know.” As his health declined in recent years, he and my aunt relocated to the US to get better medical attention. It saddens me a bit that he didn’t get to be “home” in the end but I’m glad to know that he was close to his wife, some of his children, and some of his grandchildren.

Today, we lost an artist, a father, a husband, an uncle, a brother, a person. He was flawed like all of us. Like most artists, he wasn’t particularly responsible with his finances and the family moved around a lot, even when he was older. He had four children, three that most people recognize (with my aunt) and one that is forgotten or ignored in the classic Garcia-Marquez story line. I haven’t worked up the courage to call my aunt or my cousins yet. I’m not really sure what to say. I don’t know what I would want someone to tell me the day I lose a parent. I hope that he went without too much pain. I hope that they feel like they were able to say their goodbyes. I hope they find a way to “go on.” I’m not sure any of that shit helps but it crosses my mind as I think about him. Tonight, after practice and after dinner, Jack Daniels and I will meet to reminisce and talk about Nacho, his art, his smile, his plants, his family, and his memory. Since it’s never too late: I love you Ignacio Velez.